Su nombre empezaba por M. O por
A. No lo recuerda bien.
De lo que sí se acuerda es de
cómo le besaba, cómo le mordía y le susurraba guarradas al oído.
Le tenía justo donde quería justo cuando quería.
Le tenía justo donde quería justo cuando quería.
Hasta aquel día en el que se
perdió, se olvidó de que le gustaba a rabiar, perdió la memoria de sus días
vividos y sus noches devoradas y ya no supo volver a su cama deshecha, a su
mesa del escritorio, ni a aquella tarde, desnudos, escuchando Disarm.
No supo volver. Tampoco quiso.